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Construyendo factores de protección en las escuelas

Crear un ambiente seguro en las escuelas y un sentido de pertenencia entre los estudiantes es un primer paso importante. Los atributos relacionados con los profesores y el ambiente que ayudan a crear seguridad incluyen consistencia, confiabilidad, previsibilidad, disponibilidad, honestidad y transparencia. La seguridad también depende de conexiones seguras entre niños y adultos. Las relaciones positivas entre el maestro y el alumno se facilitan por las respuestas proactivas del maestro a las necesidades del niño, proporcionando motivación y aliento, estableciendo instrucciones claras, reglas y limitaciones en la clase, implementando horarios predecibles, elogiando y prestando atención al comportamiento pro-social, utilizando una disciplina con estrategias no aversivas, fomentando el buen comportamiento y brindando apoyo y oportunidades para la comunicación (Hjemdal et al., 2011; Raver et al., 2008). En el caso de Jamie, las medidas tomadas por su maestra, Anna, le han permitido acceder a recursos importantes que pueden ayudarlo a enfrentar sus desafíos. Anna ha puesto a Jamie en contacto con los servicios de bienestar infantil (trabajadora social) que le han permitido a él y a su familia acceder a ayuda adicional que puede ayudarlos a superar la adversidad y desarrollar habilidades de resiliencia.

Dentro del entorno del aula, los maestros deben enfrentar el desafío de lidiar con los efectos del trauma en el desarrollo, el comportamiento y el aprendizaje del niño, sin infligir dolor secundario (Zakszeski, Ventresco y Jaffe, 2017). Los niños necesitan un adulto que pueda comprender sus experiencias y pueda promover la curación. Como se señaló anteriormente, crear un espacio seguro y afectuoso que involucre estrategias de disciplina no adversas, manejo conductual positivo y relaciones de apoyo es un primer paso crucial en el tratamiento del trauma. La forma en que un maestro responde a los desafíos de los estudiantes es importante. Las respuestas constructivas implican que el maestro separe el comportamiento del estudiante de su persona; este enfoque puede conectar al maestro con el estudiante y minimizar el riesgo de que el niño se sienta rechazado o atacado. En nuestro estudio de caso, el enfoque que toma Anna es separar a Jamie de la situación que genera su comportamiento. Es decir, Jamie no es malo, sino que se comporta de manera inapropiada en ciertas situaciones. Este enfoque sin prejuicios es importante para construir una relación positiva y de confianza con los estudiantes que están lidiando con el trauma.