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Victimización Sexual Infantil
Por favor, considere que el presente curso es introductorio. Ha sido diseñado para profesores de primaria y educación inicial que se encuentren trabajando con niños y niñas de entre 3 y 12 años y no hayan tenido formación en violencia contra la infancia. Si quiere obtener información sobre cursos más especializados o avanzados para otro tipo de profesionales, contextos o estudiantes, por favor, visite la sección de recursos adicionales propuesta al final del curso.
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Maltrato Físico Y Emocional
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Acoso Escolar En El Aula
- Introducción
- El caso
- ¿Qué es la victimización por pares?
- Cibervictimización
- Otras Formas De Bullying
- Prevalencia Del Acoso Escolar
- Efectos De la Victimización Por Pares
- Señales de alarma
- ¿Qué Hacer Cuando Identificamos Que Se Está Produciendo Un Acoso Escolar?
- Prevención De La Victimización Por Iguales
- Resumen
- Evaluación
- Referencias
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Resiliencia
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Recursos Adicionales
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Certificado
Construyendo fortalezas
Nuestras fortalezas nos permiten prosperar y crecer, y son importantes para el aprendizaje. Reconocer el propio potencial único de cada niño y trabajar con los estudiantes para que reconozcan sus propias fortalezas individuales puede ayudar a desarrollar la resiliencia. En nuestro estudio de caso, Anna se centra en las fortalezas de Jamie, particularmente en su amor e interés por la música y esto ha ayudado a fortalecer su autoestima. De hecho, desarrollar la confianza y el sentido de eficacia también son una fuente importante de bienestar y resiliencia. Las estrategias que los maestros pueden usar en el aula para desarrollar el sentido de autoestima de los estudiantes pueden incluir refuerzo, elogios, incentivos y estrategias de contingencia. También se ha descubierto que los planes de apoyo conductual individual para alumnos con un comportamiento más desafiante o con trastornos de conducta reducen los comportamientos disruptivos y aumentan los comportamientos pro-sociales y el cumplimiento de las normas de convivencia entre los niños en riesgo (Reinke et al., 2014). Dichos planes consisten en estrategias de refuerzo, así como prácticas educativas y apoyos ambientales para reducir las conductas problemáticas, aumentar las conductas positivas y fomentar el desarrollo socioemocional.
El aprendizaje social y emocional para los estudiantes que enfrentan adversidades y traumas también es importante, ya que ayuda a establecer la autoconciencia y los equipa con las habilidades para manejar su comportamiento y emociones. Los incidentes cuando los niños se desbordan emocionalmente en el aula en realidad pueden brindarle al maestro la oportunidad de enseñar estrategias alternativas y la oportunidad de ayudarlos a decidir cómo abordar mejor el problema en el futuro. En nuestro estudio de caso, Anna ha utilizado técnicas de manejo conductual positivas y proactivas, como la respiración controlada, para ayudar a Jamie a desarrollar la capacidad de manejar sus propios comportamientos. Este es un ejemplo de desarrollo de fortalezas y le ha permitido a Jaime desarrollar habilidades importantes que le ayudan a calmarse cuando se siente angustiado, confundido y enojado. También se puede establecer un “rincón tranquilo” en el aula: esto es un área positiva y tranquila que está equipada con materiales suaves y relajantes que ayudan al estudiante a controlar sus emociones y escapar de las tareas o situaciones que causan frustración o sobreestimulación.
Finalmente, incluir al niño en la toma de decisiones y darle el poder y el control apropiados sobre sus circunstancias también puede ser beneficioso y promover un sentido de empoderamiento en el niño. Este enfoque colaborativo e interactivo para la resolución de problemas también puede enseñar a los jóvenes estrategias efectivas de afrontamiento, desarrollar su autoestima y su autoeficacia. Es importante destacar que los maestros que trabajan con niños expuestos a traumas pueden desempeñar un papel importante para ayudar a los niños a aprender y manejar sus emociones. La escucha activa y la correcta identificación de las emociones pueden sentar las bases para que los niños desarrollen competencia social y emocional, lo que a su vez les permite regular sus propios comportamientos y emociones (Williams et al., 2018).